27 diciembre 2012

Entrevista a Andreu Castillejos


“No hay dignidad ninguna ni en el partido principal de la oposición, ni en el partido actual del Gobierno” 

Andreu Castillejos es un pintor y fotógrafo ilicitano nacido en 1942. Autodidacta y viajero compulsivo, su compromiso social y político va unido a su arte y a su persona de manera indivisible. Ganador de multitud de premios, es uno de los artistas más valorados y reconocidos de nuestra ciudad. Con él hablamos de cultura, política y compromiso social y como no, de sus viajes alrededor del mundo. 

¿Cómo empieza Andreu Castillejos en el mundo del arte? 

Desde muy pequeño, prácticamente desde siempre, recuerdo que rayaba todo lo que cogía. En aquella época de posguerra no tenía papel y utilizaba las fotografías familiares por la parte de detrás para dibujar. 

Pintura y fotografía; ¿en qué disciplina se siente más cómodo? 

No distingo entre una y otra. La que necesite más en ese momento o la que tenga más a mano. 

En la obra de Andreu Castillejos hay una obvia preocupación por lo social, ¿debe ser el arte una herramienta para denunciar los problemas de la sociedad? 

Creo que sí, que es una herramienta muy válida. Solamente con el arte no podemos cambiar la sociedad, pero desde luego sí contribuir a ello. 

¿Qué le parece el panorama cultural de la ciudad de Elche actualmente? 

Actualmente y desde hace ya mucho tiempo, bastante mal. La gente que acaba de entrar en el ayuntamiento es completamente negada, incluso hay salas que tenían un cierto prestigio y lo están perdiendo. Sin duda, vamos a peor. 

¿Es la pérdida del legado de Miguel Hernández una muestra de esto? En su opinión, ¿obedece sólo a motivos económicos o también a motivos ideológicos? 

Son solo motivos políticos. 

Usted ha viajado mucho alrededor del mundo; ¿Qué le han enseñado estos viajes? ¿Cuál de ellos le ha impactado más? 

A mí me impresionó mucho la Cordillera del Atlas, un lugar que en la distancia está muy cerca pero en el tiempo está a años luz, sobre todo cuando te introduces en la Cordillera, donde no pueden llegar los vehículos. Ahí hay un mundo desconocido que merece mucho la pena y que impacta, sobre todo por la hospitalidad de la gente. Yo siempre digo que el Régimen de Marruecos es una cosa y el pueblo otra. Allí te encuentras con el pueblo Bereber, que es un pueblo aislado, con infinidad de tribus tan diferentes unas de otras, y que el gobierno marroquí mantiene aislado y marginado, empezando por la marginación de su cultura que incluso les ha llevado a perder su grafía; allí no encuentras ni farmacias, ni escuelas y sin embargo son gente muy hospitalaria, lo comparten todo contigo, son personas que jamás te dejarían morir en la calle. Sin embargo al poder le interesa mantenerlos aislados, divididos y marginados. 

Seguramente por desconocimiento, pero Andreu, ¿nunca nadie le ha preguntado si no le dan miedo este tipo de viajes? 

Sí, pero yo les digo que miedo se puede tener de una tormenta o de algún fenómeno de la naturaleza, pero no de la gente, de eso he estado siempre seguro. 

Formó parte del Comité de Solidaridad con América Latina y viajó durante 6 años seguidos a la Nicaragua Sandinista de los ’80, ¿Qué puede contarnos de una revolución como aquella que abrió muchas esperanzas en el continente americano y que usted vivió de primera mano? 

Fue una revolución muy hermosa y sin duda, una de mis grandes experiencias. Yo empecé a ir en el 85 en plena agresión de los mercenarios pagados por EEUU. Estuve trabajando en primera línea, en un sitio fronterizo con Honduras por donde se colaba la “Contra”, de 6 a 14h trabajaba en el campo y por las tardes pintaba murales que luego dejé allí. La “Contra”, financiada por EEUU, hacía una guerra terrorista, de atentados contra las cosas básicas: escuelas, hospitales, graneros, cooperativas… rehuían el combate contra el Frente Sandinista y atacaban las cosas básicas para minar la economía. Aquello me impactó terriblemente, hasta el extremo de plantearme en ese momento dejar mi arma, la cámara fotográfica, y empuñar un arma de fuego, porque veías que la cosa era tan terrible y tan de justicia lo que se estaba defendiendo, que llegas a perder ese miedo lógico y natural que uno puede tener. 

¿Y qué pasó con la Revolución Sandinista? 

Se minó la economía, los años pasaban y como se tenía que defender el país el gasto era brutal, no tuvieron tiempo de desarrollar lo que ellos querían a pesar que llevaron escuelas y casas de salud a todos los puntos del país. Pero llegó un momento en que la gente empezó a pasar necesidades y desde Miami empezaron a vender la idea de que ellos los iban a sacar de los apuros y acabaron ganando las elecciones. También el FS pecó de un exceso de triunfalismo, porque llenaban las plazas y no veían las quejas de mucha gente que estaba sufriendo. 

¿Tiene algo que ver el Frente Sandinista actual que está en el gobierno, con el que hizo la Revolución en los 80? 

No, nada que ver. La Revolución está perdida, los principios en que se basó ya no existen y los líderes están divididos y con muchas discrepancias entre ellos. Fue una Revolución muy bonita, se mantuvo un parlamento plural, libertad de prensa… Yo recuerdo como entonces, desde occidente se cuestionaba la democracia en Nicaragua y ahora, que vuelven a morirse de hambre ya no se cuestiona. Para mí fue una experiencia inolvidable. 

Da envidia escucharlo contar esa sensación de euforia revolucionaria… 

Te voy a contar un anécdota que resume un poco ese sentir: en uno de los viajes llegué el día de Noche Buena a la ciudad de Estelí y tenía muchas ganas de trasladarme al pueblo donde siempre iba y le pregunte a un taxista si me llevaba, y el taxista me puso un precio desorbitado y yo le dije que no tenía sentido y el hombre me dijo, “es que subir allí se juega uno la vida”. Yo estaba sólo concentrado en ver a la gente y cuando me dijo esas palabras me devolvió a la realidad de golpe: puso un precio alto porque lo que no quería era subir esa noche en la que no había nadie y jugarse la vida por un camino apartado muy propicio para las emboscadas, así que tuve que serenarme y esperar unos días para ir con gente armada que me escoltara hasta el pueblito y me defendiera de los mercenarios de la “Contra”. 

Sabemos que es un gran defensor tanto de la causa del pueblo Saharaui como de la lucha del pueblo palestino por su libertad, ¿quedan esperanzas o son causas perdidas? 

Sí hay esperanzas, sí hay posibilidades, pero una mirada a la realidad nos demuestra que no son muchas. Hay que luchar por dignidad, por justicia humana… Yo estuve un mes viviendo con el pueblo Saharaui y estaban convencidos que se iba a realizar el referéndum de autodeterminación y yo ya les decía que no se iba a hacer. También estuve con la gente del Frente Polisario, una gente maravillosa, educadísima, solidaria y muy correcta; es una pena su situación, porque es su tierra y se la han quitado, primero los españoles y luego Marruecos. 

¿Es un paso adelante que la ONU haya reconocido a Palestina como estado Observador no miembro? 

Digamos que ha estado bien, pero no sé hasta qué punto podrá ser positivo ya que EEUU no lo reconoce. 

¿Qué opinión le merece la situación actual de crisis? ¿Es sólo una crisis económica, o como muchos dicen, una crisis sistémica o una estafa? 

Bueno, un poco de todo. Para mí es una estafa que viene de lejos, empezando porque no hay dignidad ninguna ni en el partido principal de la oposición, que fueron los que empezaron con los recortes, ni en el partido actual del gobierno. Estamos viviendo un panorama muy negro. 

Y ¿cuál puede ser, en su opinión, la alternativa a las recetas neoliberales? ¿Qué pueden hacer los ciudadanos frente a esta situación? 

La solución pasa porque todo el mundo salga masivamente a las calles, aunque esto pueda sonar a utopía. El 15M consiguió sacar gente a las calles, pero se demostró que era una minoría, ya que con las plazas llenas las elecciones las ganaron quiénes las ganaron. 

Sin embargo, a pesar de la magnitud del desastre que estamos sufriendo, de la cantidad de ciudadanos que están sufriendo verdaderos dramas humanos, esto no acaba de suceder… 

Yo creo que es porque todavía hay una cantidad considerable de gente que funciona; hasta que no vea los coches paralizados y los campos de futbol vacíos, yo creo que la cosa no cambiará. Hay una especie de miedo, no sé de dónde viene, quizás de haber vivido 40 años de dictadura… eso está ahí, en la gente; siempre se mueven los que tienen un mínimo de conciencia, que no suele ser la mayoría, a eso súmale que a veces los partidos y los sindicatos en lugar de crear conciencia se han dedicado a desmovilizar a la gente y ya lo tienes… 

¿Qué le parece el movimiento artístico actual? 

Del movimiento cultural y artístico actual no me interesa casi nadie, son artistas que no están comprometidos, para mí falta compromiso en el arte actual. Normalmente, sociedades indolentes y desinteresadas producen artistas indolentes y desinteresados. 

Para finalizar Andreu, recomiéndenos un libro, un pintor y una canción que le hayan impactado. 

Un libro, Poemas pedagógicos de Makarenko. 

Un pintor, para mí Van Gogh y otro pintor contemporáneo suyo y al cual el propio Van Gogh admiraba mucho, que se llamaba Israels y que a mí me impactó muchísimo cuando vi su obra en el museo de Rotterdam, una obra que me llegó al alma porque expresaba muy bien la realidad de la gente pobre. 

Y una canción, quizás destacaría L’Estaca de Lluís Llach, Raimon, más como autor que como cantante y también María del Mar Bonet.

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