21 mayo 2012

¿Mecenazgo frente a subvenciones?

Los amplios recortes en subvenciones al mundo artístico y cultural impulsados por el nuevo ministro de Educación y Cultura, sumados a los ya efectuados por Comunidades y Ayuntamientos desde el inicio de la crisis, han sacado a la luz el proyecto de una nueva Ley de Mecenazgo, con la que se trataría de sustituir el dinero público con la iniciativa privada.

Recortes de un 35% para las ayudas a la producción cinematográfica, de un 22% para las industrias culturales y del libro, del 17% para las artes escénicas y la música, un 12,9% para los museos, etc.

El mundo de las artes y la cultura tampoco se ha librado de la salvaje oleada de recortes presupuestarios aprobados por el gobierno de Rajoy.

Con sólo el 1% del dinero público que se va a dedicar a reflotar Bankia seria suficiente para no haber recortado un sólo euro en cultura. Además, es necesario destacar la polémica desatada por el proyecto del ministro de ir liquidando las subvenciones públicas a las industrias culturales para dar paso a un nuevo modelo basado en la desgravación por inversión en la cultura.

En la actualidad, la ley española en vigor desde 2002 permite a los particulares desgravar hasta un 25% de IRPF de lo aportado a instituciones artísticas. Cantidad que en el caso de las empresas, se eleva hasta el 35% de la cantidad invertida de desgravación en el pago del impuesto de sociedades.

Ya a principios del año pasado el PP propuso en la Comisión de Cultura del Congreso incrementar la deducción en el IRPF de las personas físicas del 25% al 70% en las donaciones y aportaciones del mecenazgo. Y, en el caso de las personas jurídicas, que en el impuesto de sociedades se incrementara la base de deducción del 35% al 60%.

Al parecer, estas cantidades podrían incluso aumentar todavía en el nuevo anteproyecto del ministro Wert, mantenido hasta ahora en el más absoluto secreto. Según sus propias palabras, la idea es pasar de la "cultura de la subvención" a la "cultura de la desgravación", permitiendo que "la sociedad recupere su protagonismo en la cultura" y no acabando con "las subvenciones a la cultura, pero sí con la cultura de la subvención".

Aun sin entrar en el auténtico corazón del asunto -que no es otro que las complejas, contradictorias e intrincadas relaciones entre arte y poder-, es necesario despejar la confusión en que tratan de enredar todo este tema.

Los partidarios de transformar el sistema de subvenciones públicas al mundo de las industrias culturales por el mecenazgo privado, afirman que "no es bueno que la cultura esté en manos de los Gobiernos de turno" y que resulta "más eficaz la asignación directa por parte de la sociedad civil que a través de las Administraciones públicas".

Pero, ¿de quién están hablando cuando hablan de la sociedad civil, un término aparentemente tan amplio como "neutro" en el que cabemos todos?

En realidad, tanto política como etimológicamente, hablar de sociedad civil equivale a hablar de sociedad burguesa.

Otro de los grandes argumentos de los partidarios de la eliminación de las subvenciones públicas a la cultura reside en afirmar que el dinero público no tiene por qué dedicarse a sufragar las actividades culturales de un sector social minoritario (los artistas), que no necesariamente tienen por qué satisfacer los gustos e inquietudes del gran público.

Arguyendo, en este sentido, que sea la iniciativa privada la que corra mayoritariamente con los gastos, si esta determinada actividad cultural es de su gusto, sacándolos de su propio bolsillo.

El asunto tendría hasta cierta lógica sino fuera  por la trampa que encierra el llamado fenómeno del mecenazgo. Al permitir la desgravación de entre un 70% y un 80% del dinero invertido por grandes fortunas o corporaciones monopolistas en el mundo del arte y la cultura, la realidad es que el dinero público es el que sigue pagándolo, en última instancia, todo. Sí, ciertamente, el Estado habrá reducido sus gastos en el Ministerio de Educación y Cultura, pero al mismo tiempo el Estado ingresará menos por las enormes desgravaciones fiscales que los Botín o las Koplowitz de turno podrán aplicarse a cuenta de adquirir un renovado prestigio social "financiando" suntuosos proyectos culturales. ¿De qué nos están hablando entonces?

Extracto del artículo "Trampa para ratones" de la revista foros21 de mayo 2012

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