09 mayo 2012

Mariano Monge: Historia del horizonte

Relato ganador del Certamen de relatos cortos Valentín Palacio, organizado por Izquierda Unida Siero, de nuestro compañero Mariano Monge, historiador y escritor ilicitano.

Historia del horizonte

Al principio, se notó en cosas bastante simples e insignificantes. Era como si la mesa hubiera estado coja, lo que se ponía encima se deslizaba a un lado y terminaba por caerse al suelo. Luego, empezó a observarse también en la calle. Todo, mobiliario urbano, animales de compañía, vehículos y personas se rodaban hacia un extremo, hasta se hacía difícil mantener la verticalidad. Era como un problema general de alcoholemia o vértigos que nadie sabía explicar. Los edificios recordaban la torre de Pisa. La gente caminaba y tendía a caerse a un lado del asfalto, igual que si el planeta hubiera estado hundiéndose hacia una parte del universo. No obstante, el problema era difícil de analizar ya que las enormes conurbaciones, que ocupaban todo el paisaje del planeta, a lo que se unía la densa atmósfera de polución, cubrían miles de kilómetros de la corteza terrestre e impedían ver la línea del horizonte.

Lejos de atenuarse, la tendencia se aceleró rápidamente. Ni científicos ni periodistas eran capaces de alcanzar una conjetura y el Estado, ya débil, sumido en una corrupción endémica, era incapaz de intervenir. Al fin, en apenas unas cuantas semanas, el mundo se desequilibró de tal manera que la humanidad se fue amontonando en una gran hamburguesa lateral.

Mas, en medio de tamaña confusión, como desafío a analistas, científicos y periodistas, antes de perder la vida, Shirley pudo comprender qué había ocurrido. Trepó para salvarse con tantas fuerza y pasión, que alcanzó el extremo más alto de uno de los rascacielos que todavía estaban en pie. Se abrió hueco entre los supervivientes de la cima, desde donde se veían todas las ciudades del mundo y aún muchas costa y montañas lejanas, y sólo cuando alcanzó aquella altura, descubrió la causa del cataclismo. El horizonte ya no existía, aquella antigua línea, que durante millones de años había marcado el horizonte, era ya vertical. Así, Shirley escribió en la última hoja de su diario que aquel era el fin de un largo camino iniciado ya hacía muchos siglos. Hasta la linea del horizonte se había convertido en una jerarquía de alturas y el desequilibrio del mundo era tan global, que había llegado a la misma geografía.

Mariano Monge Juárez

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